No es nada nuevo el hecho de que las enfermedades crónicas son uno de los principales problemas sanitarios, sociales y económicos a los que se enfrenta la sociedad actual. Nuestro sistema sanitario, eficaz y puntero en el tratamiento de pacientes críticos, no está preparado para asimilar de manera eficiente el creciente número de crónicos afectados por distintas patologías, como hipertensión, problemas cardíacos, diabetes o depresión. Esto por no hablar de los pacientes pluripatológicos, que necesitarían una atención mucho más personalizada y global.
Existen propuestas diversas, y la mayoría de ellas coinciden en la necesidad de una transformación de los sistemas sanitarios, desde el punto de vista de los procedimientos y la gestión, debiendo adaptarse a esta nueva realidad. Sin embargo, creo que no debemos olvidar un aspecto que sí que está en nuestras manos, y que en cierta manera es nuestra responsabilidad. La prevención y la formación del paciente son los nuevos pilares sobre los que sustentar la atención al paciente crónico. La asimilación de hábitos saludables con carácter preventivo es fundamental, pero, una vez llega el diagnóstico, el paciente no debe permanecer como un mero espectador de su tratamiento: debemos aprender, observarnos y conocer nuestra enfermedad para aprender a prevenir episodios críticos, detectar síntomas e incorporar el tratamiento y pautas saludables a nuestro día a día.
En esta línea encontramos iniciativas interesantes, que podemos incorporar en nuestro día a día. Destacan la "Escuela de Pacientes", promovida por la Junta de Andalucía, que ofrece formación presencial y online acerca de diferentes patologías, para pacientes y cuidadores (más información aquí), o la "Universidad de los Pacientes", en Cataluña, que recoge una enorme cantidad de información clasificada en diferentes áreas (más información aquí).
La comunicación cercana y fluida con profesionales expertos en nuestra enfermedad es otra importante vía de aprendizaje y seguimiento adecuado, como ofrece el servicio Alegra diabetes, que incluye, además de herramientas cómodas para la autogestión de la diabetes, la posibilidad de consultar con especialistas todas nuestras dudas y recibir asesoramiento personalizado (más información aquí). Por otro lado, la comunicación con otras personas que conviven con nuestra misma enfermedad también puede suponer un importante apoyo; de ahí la relevancia de las Asociaciones de Pacientes, que, de forma cercana y familiar, pueden apoyarnos y asesorarnos siempre que lo necesitemos.
En definitiva, mientras se alcanza un modelo de gestión sanitaria adaptado a las nuevas necesidades de nuestra sociedad, está en nuestra mano aportar nuestro granito de arena, gracias a la prevención y a la formación, que se convertirán en nuestros mejores aliados para disfrutar de una buena calidad de vida día a día.
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