jueves, 31 de mayo de 2012

Ansiedad infantil


Todos los niños sienten ansiedad. Es de esperar y es normal que se sientan ansiosos en ciertos momentos específicos de su desarrollo. Sin embargo, cuando las ansiedades se vuelven severas y empiezan a interferir con las actividades diarias de la infancia, debe considerarse recurrir al asesoramiento de un especialista”, explicó la licenciada Andrea Baldantoni, miembro de Hémera, Centro de Estudios del Estrés y la Ansiedad.

Lo cierto es que se trata de trastornos que pueden no ser inocuos ni transitorios, lo que abre a una pregunta ineludible: ¿puede un niño ansioso convertirse en un adulto ansioso?
Para Baldantoni, “investigaciones recientes han demostrado que si se deja sin tratamiento, los niños con trastornos de ansiedad tienen un mayor riesgo de mal desempeño en la escuela, menos desarrolladas las habilidades sociales, son más vulnerables al uso de sustancias y pueden desarrollar trastornos de ansiedad y depresión al llegar a la adultez”.
Pero... ¿qué debe entenderse por trastorno de ansiedad? Se trata, sin dudas, de un mal de nuestro tiempo del que la infancia no es excluyente.

“Existen ciertos miedos esperables para cada etapa del desarrollo, relacionados, por ejemplo, con el comienzo de la escolaridad, la oscuridad, ciertos animales o fenómenos naturales como los truenos o los relámpagos. Estos miedos suelen aparecer en forma transitoria y se los considera normales”, explicó la especialista, quien también admitió que “en la adolescencia los temores pueden manifestarse por una preocupación exagerada con relación al desempeño o apariencia física frente a grupos de pares”. No obstante, Baldantoni aclaró que “cuando estos síntomas se vuelven excesivos, con reacciones de llanto y angustia, por ejemplo, ante la separación de sus padres, con timidez marcada o cuando persisten más allá de la etapa en la que se consideran parte del desarrollo evolutivo normal, podemos considerar que estamos frente a un trastorno de ansiedad”.

Según los especialistas, los síntomas que presenta un adulto “ansioso” aparecen por primera vez en la infancia. “De esta manera -precisó Baldantoni- la identi ficación y el tratamiento en la niñez son aspectos críticos para la prevención de este tipo de desórdenes en la edad adulta”.

Los niños pueden tener otros modos diferentes de los adultos a la hora de manifestar ansiedad. Así es como, mientras los más bajitos hacen gala de llantos y rabietas, ya en edad escolar es probable que ésta se detecte por problemas en el rendimiento y la conducta escolar. 
Datos aportados por Hémera dan cuenta también que otros signos a tener en cuenta en esta franja de la vida son oposicionismo o actitud desa fiante, pero que tampoco están exentas reacciones corporales, como el característico “me duele la panza” o “me duele la cabeza”.

Los adolescentes con este trastorno, en tanto, se caracterizan por conductas de riesgo, agresividad o consumo de sustancias, pero pueden llegar hasta autoagresiones, como accidentes y hasta intentos de suicidio.
No debe olvidarse que la ansiedad puede aparecer con sintomatología corporal, como taquicardia, falta de aire, hiper o hipotensión, palpitaciones y otros signos que deberán ser evaluados por el médico, para determinar si se trata de un tema psíquico y realizar la derivación correspondiente.

Tips:
La ansiedad no es un tema exclusivo de los adultos y es común que los niños padezcan también este tipo de trastorno.
La identificación y tratamiento en la niñez de los síntomas de un trastorno de ansiedad es algo crítico en la prevención de este tipo de problemas en la adultez. No hay que olvidar que un niño ansioso puede convertirse en un adulto ansioso.

Según un estudio realizado en los Estados Unidos, entre el 8 y el 10% de la población infantil y adolescente evidencia algún trastorno de ansiedad.
Según el Psicoanálisis, la ansiedad no es más que un desborde de angustia que no encuentra salida a través de la palabra y termina inundando el aparato psíquico, produciendo diferentes tipos de síntomas y conductas.

Una y otra vez
Uno de los signos más preocupantes es cuando un niño pequeño no puede evitar hacer cosas de manera repetitiva una y otra vez, como por ejemplo lavarse las manos, limpiar su cuarto o poner sus juguetes permanentemente en orden.

¿Es hereditario?
Según algunas investigaciones, los niños que tienen familiares directos (padres, hermanos y abuelos) que presentan trastornos de ansiedad, elevan signifi cativamente el riesgo de padecer este tipo de problema.
Síntomas para entender las luces de alerta
Los niños que padecen trastornos de ansiedad suelen tener síntomas típicos que los padres deben tener en cuenta para intervenir y prevenir males mayores.

Así, por ejemplo, cuando un chico pequeño se muestra excesivamente preocupado por algunas cuestiones no acordes a su edad, es una señal de alerta para consultar.
El miedo a la oscuridad, por ejemplo, es normal en niños de muy corta edad, pero cuando uno de siete u ocho años se niega a permanecer solo y dormir en su habitación por esta causa, podría estarse en presencia de un trastorno de ansiedad.

Lo mismo sucede con los chicos que manifiestan dolores de panza y de cabeza de manera constante, manifestando conductas evitativas -por ejemplo para no ir al colegio- sin que exista causa orgánica para ello. 
Un bebé de un año, en tanto, debe estar preparado para separarse momentáneamente de sus padres. Sin embargo, hay algunos a los que esto les resulta imposible y se angustian y no paran de llorar, lo que puede estar anunciando un problema más serio que obliga a la consulta profesional.

Otros síntomas para tener en cuenta son nerviosismo sin motivo, miedo a que “algo malo” pueda sucederle a él o a sus padres, temor a estar en lugares donde hay mucha gente, o preocuparse excesivamente por lo que los demás piensan de él. 
Además, deben llamar la atención cambios o problemas en las áreas de la alimentación y el apetito, el desempeño escolar, el nivel de actividad, el estado de ánimo o en las relaciones con la familia o los amigos.

Por otra parte, resulta preocupante que un niño se lave las manos obsesivamente varias veces al día, que evite ensuciarse y que manifieste conductas no acordes a su edad biológica.

Fuente: Diario Popular

No hay comentarios:

Publicar un comentario