viernes, 1 de junio de 2012

No tire comida, aprenda a leer

En España se desperdician 7,7 millones de toneladas de alimentos al año, lo que supone una media de 163 kilos por persona. Las cifras empeoran en otros países como Alemania, Holanda y Francia. El 20% de este malgasto se debe a la confusión sobre los datos que aparecen en el etiquetado de los productos.


En Europa se tira mucha comida. Según un informe del Parlamento Europeo de finales de 2011, los ciudadanos del viejo continente despilfarran anualmente 89 millones de toneladas. Cada año España desperdicia 7,7 millones de toneladas de alimentos, lo que lo convierte en el sexto país europeo más derrochador detrás de Alemania, Holanda, Francia, Polonia e Italia.





La recomendación de la OCU es tan sencilla como hacer una lista antes de ir a comprar para no acabar adquiriendo lo que no se necesita. Imagen por Vauvau
La responsabilidad recae en todos los actores implicados en la cadena, desde el productor primario hasta el comensal. Pero, tal y como apunta el texto oficial, la mayor parte de culpa la tienen los consumidores, que malgastan una media de 163 kilos por persona, el 42% de toda la comida que se tira.
En la sesión del pasado mes de enero, la Eurocámara adoptó una resolución que incidía sobre el problema de los residuos alimentarios en toda la red de abastecimiento y consumo. Además, sugirió que 2014 fuera proclamado el “Año Europeo contra el despilfarro de alimentos”.
Llama la atención que el 20% de los alimentos se desecha debido a la confusión sobre los datos que aparecen en la etiqueta de los productos y el desconocimiento de variables como consumo preferente y fecha de caducidad.

El riesgo de los alimentos caducados
Las fechas de consumo preferente y recomendado son la misma. Hasta ese día, el producto mantendrá todas las características que le definen: sabor, aroma, textura, etc. A partir de entonces, aunque se pueda consumir, ya no se garantizan sus propiedades. En principio, ingerir el alimento después no implica ningún riesgo sanitario.
“Lo que pasa es que, a partir de la fecha de consumo preferente, puede que algunas características sensoriales del alimento se vean afectadas, como el aroma, el color, el olor, pero a priori no va a resultar dañina su ingesta”, explica Alfonso V. Carrascosa, jefe del departamento de microbiología del Instituto de Fermentaciones Industriales del CSIC.
Por el contrario, una vez superada la fecha de caducidad, el producto no es adecuado para el consumo y no debe tomarse bajo ninguna circunstancia pues puede suponer un riesgo para la salud. Además, en caso de ser ingerido, no existe responsabilidad legal alguna del fabricante en cuanto al daño que pueda causar.
Según la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), “no es extraño que los consumidores puedan interpretar mal una fecha de caducidad o de consumo preferente, ya que en ocasiones no queda claro si se trata del día y el mes o del mes y el año”. Hasta ahora, la legislación española permite que estas fechas se presenten en varios formatos.

“El consumidor es libre de ingerir cualquier alimento caducado, el problema es que si como consecuencia sufre algún problema de salud, no va a poder reclamar al fabricante”, subraya Carrascosa. “En ese sentido asume un riesgo que depende de la estabilidad del producto”.

¿Y un alimento caducado puede producir la muerte? “Es muy difícil que eso ocurra en un país como España. Aunque la probabilidad aumenta si ha pasado la fecha de caducidad, es remota”, subraya el investigador. De hecho, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en España apenas se producen muertes por intoxicaciones alimentarias bacterianas: dos en 2008; seis en 2009 y cinco en 2010.

Aquí os dejo el enlace del artículo completo: SINC

 

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